La planta del kratom ha sido utilizada por milenios en Tailandia, Malasia, Indonesia y otros países del sudeste asiático como tratamiento para gestionar el dolor, mejorar el estado anímico y ayudar en diversas otras condiciones físicas y mentales, como fatiga, depresión y ansiedad. Solo muy recientemente el kratom ha comenzado su jornada en el mundo occidental, cuando más y más personas han descubierto y comprobado su eficacia.
Se ha demostrado por medio de estudios científicos que el kratom tiene propiedades analgésicas y antiinflamatorias (por ejemplo, en la publicación académica “Following ‘the roots’ of kratom…”). Hay evidencias que sugieren que, en dosis bajas, el kratom puede usarse como antidepresivo, mientras que en dosis más altas puede tener un efecto ansiolítico (artículo científico “Kratom use and mental health: a systematic review”). Sus efectos secundarios en dosis regulares no suelen pasar de deshidratación leve, estreñimiento y sequedad de la boca, que pueden ser fácilmente controlados al hidratarse con mayor frecuencia.
«La gente que consume el kratom suele ser justamente la que sufre con dolores o alteraciones de su estado anímico».
Más allá de los estudios ya realizados sobre los beneficios del kratom, en la práctica, el gran incremento en la popularidad del kratom desde hace casi 20 años en los Estados Unidos, y recientemente en Europa, muestra que su eficacia y efectividad son reales. El kratom no es usado como una droga recreativa, pues sus efectos no son como los de un colocón. La gente que lo consume suele ser justamente la que sufre con dolores o alteraciones de su estado anímico. Hay muchos relatos reales con todos los tipos de situaciones imaginables en las cuales el kratom proporcionó una mejora sustancial en la calidad de vida de personas que tienen que gestionar sus dolores por lesiones, traumas, infecciones, fibromialgia, endometriosis, artritis, calambres menstruales, migraña, esclerosis múltiple, etc., más allá de muchos que también lo consumen debido a depresión, ansiedad, compulsión alimentaria, insomnio, etc.
Si tenéis un tratamiento con medicamentos industrializados en marcha, nunca dejéis de consultar con vuestro médico cómo es posible alternarlo o sustituirlo por otras sustancias. Nuestro cuerpo se adapta a los medicamentos, y su retirada repentina puede ser no solo dolorosa, sino también peligrosa. Desgraciadamente, el kratom es poco conocido por la comunidad médica y, encima, hay mucho prejuicio y propaganda para desprestigiarlo. Lo que como autor de este texto les puedo garantizar es que conozco a mucha gente que se benefició del kratom, que les ayudó a mejorar su calidad de vida al poder gestionar sus dolores crónicos o agudos con una planta natural que no suele tener ningún efecto adverso, y cuando lo hay, es muy leve y controlable. Es cuestión de probarlo y comprobarlo.