Nos resulta relativamente fácil describir las sensaciones que el kratom provoca en nuestro organismo. Aunque algunas personas necesitan solo 1 gramo para obtener el efecto deseado al tomar su kratom, otras, al ingerir 10 veces la misma medida sentirán el mismísimo efecto; por lo tanto se nos hace prácticamente imposible definir una dosis específica y universal de Mitragyna speciosa, ya que cada organismo reacciona distinto a los alcaloides de la hierba. Es recomendable que cada uno busque, poco a poco, su dosis personal, empezando por abajo.
Hasta aquí, todo resulta relativamente sencillo: al probar el kratom y encontrar su propia dosis, se alcanzarán los efectos analgésicos deseados y se satisfarán las necesidades del que lo busca. Lo mismo se puede decir al respecto de la estabilización del ánimo, del control de la ansiedad, de la intensificación de la concentración, del estímulo del sueño o de la búsqueda de impulso energético: sea cual sea el efecto buscado, cada uno tendrá que encontrar su dosis personal. En general, dosis bajas proporcionan un estímulo energético, mientras dosis más altas suelen ser sedativas.
Pero ¿cómo proporciona el kratom estos efectos al nuestro organismo? Muchos estudios y usuarios de kratom suelen comparar algunos de sus efectos más importantes a los de los opioides. La verdad es que esto tiene mucho sentido: aunque el kratom no tenga absolutamente nada que ver con el opio, algunas de las áreas activadas en nuestro cerebro realmente coinciden, y por eso mismo hay una cantidad importante de ex-usuarios de opioides (tanto legales como ilegales) que han dejado las drogas con la ayuda del kratom sin sufrir síntomas físicos y psíquicos bastante fuertes de la abstinencia.
«Vale la pena entender qué realmente pasa en nuestro cuerpo al ingerir el kratom.»
Para entenderlo mejor: todos tenemos receptores opioides en nuestro sistema nervioso, que permiten la transmisión de información desde una neurona hacia otra por sinapsis (en un proceso denominado neurotransmisión). Han sido identificados tres tipos de receptores opioides: Mu (μ), Delta (δ) y Kappa (κ); cada uno de ellos responsable por transmitir diferentes sensaciones que determinadas sustancias provocan en nuestro organismo.
En resumen, los receptores Mu y Delta tienen fuertes implicaciones en la analgesia (más allá de efectos psicoactivos de los opioides), mientras el Kappa influye en la percepción del dolor, de la consciencia, del control motriz y del humor, y su desequilibrio puede llevar a la adicción de distintas sustancias. Mientras el opio y sus derivados actúan directamente en estos receptores, el kratom lo hace parcialmente: la mitraginina y la 7-hidroximitraginina, dos de los alcaloides más actuantes del kratom, son agonistas parciales que producen efectos parecidos a los de la morfina al activar los receptores Mu y Delta.
Sin embargo, el kratom es un antagonista del receptor Kappa, lo que explicaría su bajo potencial de adicción. También se ha reportado que el kratom no interacciona con la arrestina beta 2, asociada con los efectos secundarios clásicos de los opioides como la depresión respiratoria, la euforia y el desarrollo de tolerancia. Algunos estudios muestran que otros alcaloides del kratom poseen propiedades antagonistas en el receptor Delta.
La complejidad neuroquímica del kratom explica su interacción con el organismo humano y se refleja en sus efectos fisiológicos. Mas allá de lo que experimentamos sensorialmente, vale la pena entender qué realmente pasa en nuestro cuerpo al ingerir el kratom. Diversos estudios han demostrado el potencial de alcaloides que son exclusivos de la Mitragyna speciosa para combatir molestias y dolores, algo que sus usuarios ya lo saben empíricamente desde hace mucho. Bastaría con tratar el tema utilizando la honestidad de la ciencia para que la humanidad sacara provecho de lo que ofrece esta planta increíblemente benigna. Seguimos luchando por este objetivo.